miércoles, 9 de enero de 2013

Armando Discépolo


Armando Discépolo

 Nació el 18 de agosto de 1887 en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, en la calle
Paraná a metros de la avenida Corrientes. Fue hijo de Luisa Delucchi, porteña de
progenitores genoveses y de Santo Discépolo, músico napolitano. Fue uno de los
dramaturgos argentinos más importantes. Creador y máximo representante del  grotesco
criollo, género nacido a partir del sainete, que ahonda en los problemas de los inmigrantes.
Se crió hablando italiano y escuchando las anécdotas de los miles de inmigrantes llegados a
Buenos Aires después de la segunda mitad del siglo XIX, material que luego utilizaría para
su producción dramática. Fue autodidacta. Dejó la escuela en sexto grado y luego de la
muerte de su padre en 1906 y de su madre,  cuatro años más tarde, debió encargarse de
llevar adelante a su familia trabajando en distintos oficios. Se propuso ser actor y, fascinado
con la escena, a los dieciocho años comenzó a dedicarse al teatro. Debutó en una pieza de
Félix Alberto de Zavalía. Pero interpretar no era el sueño de Discépolo. Le aburría repetir
constantemente los mismos parlamentos de los personajes que le tocaban interpretar, por
eso renunció a su propósito. Pero nunca se alejaría del todo de los escenarios. Discépolo
afirma que se convirtió en  escritor cuando, en 1909, su madre encontró una libreta en la
cual había escrito algunos diálogos y le sugirió dedicarse al teatro. Así empezó a escribir
obras cortas que actuaba y dirigía. Formó  la “Compañía Teatral  de Aficionados” que
representaba esas obras en localidades porteñas y suburbanas. Continuó escribiendo y a lo
largo de su carrera estrenó más de treinta obras. “Empecé a escribir porque me aturdía más
el drama ajeno que el mío”. Pronto quedarían demostrados su fuerza y su talento dramático.
Su carrera de autor dramático comenzó a los veintitrés años con Entre el hierro (1910)
-obra que abre el cauce de la dramática discepoliana que concluye con Relojero en 1934-.
Para su primera obra, se presentó ante el actor Pablo Podestá para ofrecérsela. Ese fue el
punto de partida, no sólo de una amistad sino de una sociedad de trabajo que duraría hasta
la muerte de Podestá en 1923. La obra fue estrenada en el Teatro Bueno Aires por la
compañía de Podestá. En esta pieza inicial ya se encuentra el desencuentro sentimental que
será una de las constantes del teatro “no grotesco”. Su etapa creadora va de 1910 a 1934,
desde allí hasta su muerte Discépolo se dedicó a la dirección teatral poniendo en escena

obras de distintos directores nacionales y europeos. En 1911 se estrena  La torcaz en el
Teatro Nacional y El rincón de los besos en el Teatro Moderno. Luego, en colaboración
con Rafael de Rosa escribió La espuma de mar (1912), estrenada en el Teatro Buenos Aires
y llevada a escena por la compañía de Florencio Parravicini. En el Nuevo Teatro se estrena,
en 1914, El novio de mamá, comedia en tres actos escrita en colaboración con Rafael De
Rosa y Mario Folco (seudónimo de Mariano Sozio), que se suma al binomio. Esta es una
etapa de transición en su evolución autoral que precede a su producción grotesca. Así vió la
luz también El movimiento continuo (1916), la obra más rescatable del grupo “reidero”, un

sainete tragicómico, estrenada por la compañía de Roberto Casaux en el Teatro Apolo. En
1917, se estrena en el Teatro Argentino Conservatoria La Armonía, comedia en tres actos y
al año siguiente, 1918, la compañía de Parravicini, estrena en el Teatro Argentino  La
espada de Damocles. Entre las obras que persiguen la crítica social se encuentran La fragua
(1912), Hombres de honor (1923) y Levántate y anda (1929). En Mustafá (sainete en un
acto, escrito en colaboración con Rafael De Rosa) se advierte ya un acercamiento al
grotesco criollo, especialmente en la manera en que se dibuja el personaje central. Mustafá
se estrenó en 1921 en el Teatro Nacional por la compañía de Pascual Carcavallo. En el
grotesco criollo (Mateo (1923),  Stéfano (1928), Cremona (1932) y Relojero (1934)) hay
una aguda observación sociológica que constituyó una mirada dramática acerca de los
avatares de los inmigrantes. La acción no transcurre en patios de conventillo o al aire libre
(como en el sainete) sino en interiores y los personajes son inmigrantes de origen italiano.
Babilonia se estrenó el 3 de julio de 1925 en el antiguo Teatro Nacional de la calle
Corriente. Esta obra pone en evidencia dos posiciones sociales antagónicas “los de arriba y
los de abajo”, a través de amos y criados. Ese mismo año y sobre el mismo escenario se
estrenó El organito, única obra que escribió con su hermano Enrique Santos.  Stéfano se
estrenó el 26 de abril de 1928 en el Teatro Cómico de Buenos Aires. Luis Arata fue el
primer Stéfano de la obra de Discépolo. En esta obra se ve claramente el drama del
personaje en el cual la realidad exterior no concuerda con la interior, -la máscara y el
rostro-. Relojero, ultima creación de Discépolo, se estrenó (también a cargo de la compañía
de Luis Arata) el 23 de junio de 1934 en el Teatro San Martín (Esmeralda 200) que fue
demolido.
Amanda y Eduardo es de 1931. Esta es la  única obra de Discépolo que indaga en la
psicología femenina, se aparta de la problemática de los inmigrantes para poner en escena
situaciones conflictivas y problemas universales. Se estrenó en marzo de 1931 en España,
en el Teatro Barcelona por la compañía de Camila Quiroga. Posteriormente, en 1933, se
presentó en Buenos Aires en el Teatro Odeón, por la compañía dirigida por Enrique Susini
y un repertorio que incluía a Iris Marga, Mecha Ortiz, Miguel Danesi, Miguel Faust Rocha
y Gloria Ferrándiz.
A pesar de quedarle casi cuatro décadas más de vida, Armando Discépolo cerró en 1934 su
carrera autoral al argumentar “no me queda más que decir como dramaturgo”. Murió en
Buenos Aires el 8 de enero de 1971 a los 83 años.


NARRACIÓN


La narración es el tipo de discurso o texto que comunica hechos que transcurren el tiempo y que significan una transformación de la situación inicial en que se encuentran los participantes o personajes.  Una narración es casi siempre la historia de una transformación.
Nuestra vida diaria está llena de narraciones: las narraciones cotidianas, los relatos periodísticos, científicos, históricos y los relatos literarios.
Estos últimos se diferencian de todos los demás por el carácter imaginario o ficticio de los hechos narrados y por el uso de la función literaria del lenguaje.  La narración moderna está escrita, en su inmensa mayoría en prosa, pero también existen narraciones en verso.
Los tipos de narración literaria más frecuente son el cuento y la novela y entro de estas categorías se establecen distintos tipos según su  contenido:

·        Relato de ciencia ficción:  comunica hechos insólitos, fantásticos, que pueden ser tomados como sobrenaturales, pero que dentro de la narración justifican, se hacen verosímiles por hipótesis o conocimientos científicos.  Lo característico de esta narración es la organización del relato como un viaje (la narración policial está organizada como investigación) en el tiempo o en el espacio, y su discurso se caracteriza por la abundancia de vocabulario técnico y científico.  Este tipo de relato ha invadido, como el policial, los medios de comunicación masivos.

·        Relato fantástico: comunica acontecimientos insólitos que ocurren dentro de un mundo cotidiano y verosímil.  Estos acontecimientos pueden justificarse como una alucinación de los personajes, como una alteración de las circunstancias habituales por el presunto invento, o simplemente es la aparición de lo sobrenatural, sin explicación posible.

·        Relato maravilloso: el que presenta hechos sobrenaturales dentro de un ambiente sobrenatural donde no resultan extrañas ni inverosímiles (que un zapallo se transforme en carroza o una rana en princesa, etc.)

·        Relato policial: en él se relata, fundamentalmente, el proceso de investigación de un crimen.  El relato policial propone siempre un enigma: ¿quién lo hizo? o ¿por qué? El relato policial clásico presenta la figura del personaje investigador que llega a la verdad gracias a su talento deductivo y a su valentía.  Otras narraciones policiales proponen al lector una tarea investigativa.  Siempre el suspenso y el interés por la intriga son elementos fundamentales de este tipo de narrativa.

·        Relato realista: comunica episodios verosímiles dentro de un mundo también verosímil.

Posición del narrador

El narrador es una figura imaginaria creada  por el autor; no es el autor sino un componente del discurso narrativo.  De  su posición frente a los hechos depende el conocimiento que el lector tendrá de ellos.  Por ejemplo un narrador puede saber solamente lo que hacen los personajes; otro lo que hacen, pero también lo que sienten y piensan.  De este modo se establecen tres posiciones básicas que puede tener el narrador:

·        Omnisciente: sabe lo que hacen, sienten y piensan los personajes.
·        Testigo: sólo sabe lo que hacen , o dicen en su presencia o lo que llega a su conocimiento.
·        Protagonista: sabe lo que hace, piensa y dice él mismo, pero puede actuar como testigo de otros al mismo tiempo.


Estas posiciones respecto de lo que narra también determinan la persona verbal que se utilizará.  El protagonista puede contar sólo en primera persona; el testigo puede usar la primera o la tercera persona; el omnisciente sólo la tercera, porque si emplease la primera persona no se justificaría que conociera sentimientos y pensamientos de otros.